lunes, 13 de septiembre de 2021

Los pastores y la conducta humana

Cierto día veía un documental en National Geographic sobre la vida de los gorilas en el Congo. Los investigadores estaban fascinados con un tipo de gorila que no era para nada agresivo e incluso podían sentarse junto a ellos sin ningún problema.

Pero del otro lado de la selva estaba un grupo de gorilas con una morfología más grande y una actitud más agresiva que la de sus otros hermanos de su misma especie. A esos el equipo de investigación tenía que acercarse con sumo cuidado, usando cámaras con objetivos de alto alcance y micrófonos de alto espectro. Hasta que en un momento del documental se hacen la pregunta ¿Por qué estos gorilas son más agresivos que los otros?

La razón es que en esa zona existen muchos ríos que tras largos períodos de sequía desaparecen, pero cuando llega la lluvia vuelven a tomar sus causes, entonces en algún momento el río creció y dividió al grupo de gorilas dejándolos en diferentes condiciones de vida.

Un grupo quedó aislado en un lugar de abundante vegetación con un número mayor de hembras. El otro grupo quedó en una zona menos provista de condiciones favorables para la vida, obligándolos a pelear por la comida y a pelear por las hembras haciendo que este grupo fuese más agresivo y territorial.

Esto me obliga a pensar en nuestra conducta humana, cuando estamos en condiciones favorables o desfavorables para la vida. 

La conducta suele definirse como nuestras acciones o nuestro comportamiento en relación a nuestro entorno. Pero la conducta o el comportamiento nace según las fuerzas psicológicas que se ejercen dentro del individuo, así lo creía el padre del psicoanálisis Sigmund Freud (1856-1939)

Esas fuerzas puedo interpretar, son producto de la crianza, del estilo de vida o de las condiciones en las que el individuo ha crecido y ha entendido su mundo. No tendríamos que ir muy lejos para entender que en Latinoamérica las condiciones de algunos países durante más de ochenta años han sido cambiantes. En unos casos favorables y en otros no.

Existen países que, aunque la realidad económica pinta una estabilidad duradera, por otro lado, existen comunidades que son agraviadas por situaciones desfavorables como derecho a la salud, a la educación, a la vivienda y más aún a la vida.

Y así como los gorilas han quedado separados por un río, del mismo modo existen países donde el río puede interpretarse como corrupción, donde un grupo se enriquece dejando a miles en la pobreza, puede interpretarse también como tiranía, donde las libertades y el derecho a la vida ha sido cercenado solo a un grupo de personas contrarias. 

Entonces independientemente de donde estemos vamos a encontrar grupos de gente agresiva porque la vida les ha sido difícil, vamos a encontrar gente incrédula porque no les ha sido necesario creer en nada para sobrevivir.  Hay grupos que pueden ser sensibles al evangelio, pero su comportamiento es bastante tosco y agresivo entre sus hermanos y en su entorno.

Los pastores aun con su pequeño esfuerzo pueden ayudar a favorecer condiciones en las que una comunidad pueda interactuar en un entorno de paz e igualdad. Porque en esencia la iglesia es eso una comunidad de fe. Donde la gente comparte las verdades del evangelio y las pone en práctica desde la iglesia hasta su casa y de su casa a la comunidad.

La cuestión de la conducta en el individuo está muy arraigada a la concupiscencia. Que viene siendo ese deseo de hacer el mal que en todo hombre habita producto del pecado. Ese simple y sencillo termino es incomprensible para una mente y un corazón sin valores espirituales puesto que tiene que ver con el alma humana y su esencia.

Los pastores creemos que solo un nuevo nacimiento en Cristo Jesús puede transformar el alma humana y hacerla consiente del pecado y de su concupiscencia para luego convertirse en un hombre o en una mujer capaz de hacer la voluntad de Dios y eso no se logra con proyectos sociales. Sino con la predicación de la palabra. Los proyectos sociales vendrían hacer obras de justicia y bondad que de la misma manera Dios nos invita a hacer. Pero no cambian el alma humana de pecado.  

Y es que hemos tenido tantas experiencias en Latinoamérica de gente a la que se la ha entregado enormes financiamientos para obras sociales que finalmente terminan desapareciendo tras la cortina de la corrupción, y se debe a que muchos de esos grandes financiamientos terminan en manos de hombres y mujeres que no temen a Dios, no tienen conciencia de pecado, y obran según su concupiscencia.  

Es un atolladero para el cambio de conducta de una sociedad, cuando en todo país los gobernantes son los que tienen la responsabilidad de contribuir a todo lo que genere entornos confiables para la vida. Solo ellos están facultados para favorecer las condiciones en las que los derechos sean respetados, en la que todos puedan ganarse la vida de manera honesta y no generar luchas de unos con otros por los recursos fomentando conductas agresivas y leyes de la jungla o del lejano oeste.

Mientras tanto sea cual sea la condición en la que estemos como país, favorable o desfavorable, seguiremos haciendo lo que durante más de 2000 años hemos estado haciendo, predicar el evangelio que puede cambiar las vidas, y si cambian las vidas, cambia también su entorno, aun si están en el más oscuro de los lugares, serán luz en las tinieblas.


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